Cada
época imprimió características peculiares
a los sujetos, enfrentando los problemas, con instituciones
particulares, con tecnologías y modos de entender la cultura que los moldearon y ayudaron a devenir adultos.
La
escuela tuvo que ver con la delimitación de la infancia, tanto por la difusión
de un discurso psicológico como por la de una idea de minoridad de
incompletud-inmadurez que coloco a la infancia en un lugar subordinado. Podemos
ver los esfuerzos estatales para construir “un buen niño”: patriota ejemplo de
ciudadano, medido y con pautas de higiene y roles sociales.
Un modo
de ser infante en torno a los años 60 en
la argentina es a través de la historieta Mafalda.
La
pluralidad de infancias es un elemento a destacar, se suceden discursos
tremendistas, alarmantes, implacables, severos sobre la infancia: la infancia
en peligro por las nuevas tecnologías, la infancia en crisis por la irrupción
de los medios electrónicos y la transformación de las familias; la infancia
peligrosa, la infancia abandonada, la infancia cartonera difíciles de asimilar
para la institución escolar.
Se
busca poder vincularnos con las distintas maneras de ser infante de hoy, sin
sentir que una amenaza se cierne sobre nosotros, y sobre la niñez
La
concepción actual de la infancia, no es natural o dada. Como sucede con otras
elaboraciones de la cultura, nos resultan tan obvias que olvidamos que devienen
de un proceso histórico que las fue configurando. La modernidad, parece ser el
punto de confluencia en donde surge una imagen acabada de la infancia que se
proyecta hasta nuestros días en los cuales, comienza a advertirse cierto
quiebre en esta construcción.
En la
modernidad, la pedagogización de la infancia da lugar, a un infantilización de
parte de la sociedad. Esto significa que se pone en marcha un proceso a través
del cual la sociedad comienza a amar, proteger y considerar a los niños
ubicando a la institución escolar en un papel central. Infatilización y
escolarización aparecen en la modernidad como dos fenómenos paralelos y
complementarios.
Baquero
y Naradowski, señalan que la infancia es una elaboración de la modernidad y que
dicha construcción, atraviesa actualmente por una crisis. En efecto, los
modelos a los que refería la educación moderna, parecen desvanecerse el
contexto actual.
Se
menciona, por ejemplo, que el niño poseería en nuestros días un acceso a los
medios de comunicación en el cual la información llega hacia él en la misma
medida del adulto. Ya no existiría esta separación tajante entre el mundo infantil
y el del hombre, tal como lo formulaba Rousseau. Entonces, la infancia pasiva,
en la cual, gradualmente, el niño era iniciado al mundo adulto merece una
revisión. Es así que las diferencias entre estos dos mundos, sólo pueden ser
controladas dentro del espacio escolar, que es claramente
"artificial" de la escolarización. Pero el mundo infantil, fuera de
la escuela, se ha modificado.
En mi
opinión, creo que estamos viendo el nacimiento de una nueva infancia. Por un
lado, la revolución de las comunicaciones y la simplificación en la operación
de la tecnología de la información, han colocado a los niños en una posición de
igualdad frente a los adultos. Es cierto que la escuela no es ya el único
ámbito en donde circula el saber, a menudo, muchas veces, esta aparece
"corriendo" por detrás de lo que los niños ya han aprendido en otros
espacios3.
Finalmente,
se observa que si bien la autonomía de la infancia parece acelerarse y mientras
se potencia la estimulación de los niños propiciando un desarrollo que modifica
las normas del pasado, vemos como se anticipa la adolescencia, demorándose sin
embargo, cada vez, más el proceso de autonomía que insertará definitivamente al
joven en la sociedad adulta.