miércoles, 3 de octubre de 2012

- La crisis de la infancia moderna. ..




Cada época imprimió características peculiares  a los sujetos, enfrentando los problemas, con instituciones particulares, con tecnologías y modos de entender la cultura que los moldearon y ayudaron a devenir adultos.
La escuela tuvo que ver con la delimitación de la infancia, tanto por la difusión de un discurso psicológico como por la de una idea de minoridad de incompletud-inmadurez que coloco a la infancia en un lugar subordinado. Podemos ver los esfuerzos estatales para construir “un buen niño”: patriota ejemplo de ciudadano, medido y con pautas de higiene y roles sociales.
Un modo de ser infante en torno a los años  60 en la argentina es a través de la historieta Mafalda.
La pluralidad de infancias es un elemento a destacar, se suceden discursos tremendistas, alarmantes, implacables, severos sobre la infancia: la infancia en peligro por las nuevas tecnologías, la infancia en crisis por la irrupción de los medios electrónicos y la transformación de las familias; la infancia peligrosa, la infancia abandonada, la infancia cartonera difíciles de asimilar para la institución escolar.
Se busca poder vincularnos con las distintas maneras de ser infante de hoy, sin sentir que una amenaza se cierne sobre nosotros, y sobre la niñez
La concepción actual de la infancia, no es natural o dada. Como sucede con otras elaboraciones de la cultura, nos resultan tan obvias que olvidamos que devienen de un proceso histórico que las fue configurando. La modernidad, parece ser el punto de confluencia en donde surge una imagen acabada de la infancia que se proyecta hasta nuestros días en los cuales, comienza a advertirse cierto quiebre en esta construcción.
En la modernidad, la pedagogización de la infancia da lugar, a un infantilización de parte de la sociedad. Esto significa que se pone en marcha un proceso a través del cual la sociedad comienza a amar, proteger y considerar a los niños ubicando a la institución escolar en un papel central. Infatilización y escolarización aparecen en la modernidad como dos fenómenos paralelos y complementarios.
Baquero y Naradowski, señalan que la infancia es una elaboración de la modernidad y que dicha construcción, atraviesa actualmente por una crisis. En efecto, los modelos a los que refería la educación moderna, parecen desvanecerse el contexto actual.
Se menciona, por ejemplo, que el niño poseería en nuestros días un acceso a los medios de comunicación en el cual la información llega hacia él en la misma medida del adulto. Ya no existiría esta separación tajante entre el mundo infantil y el del hombre, tal como lo formulaba Rousseau. Entonces, la infancia pasiva, en la cual, gradualmente, el niño era iniciado al mundo adulto merece una revisión. Es así que las diferencias entre estos dos mundos, sólo pueden ser controladas dentro del espacio escolar, que es claramente "artificial" de la escolarización. Pero el mundo infantil, fuera de la escuela, se ha modificado.
En mi opinión, creo que estamos viendo el nacimiento de una nueva infancia. Por un lado, la revolución de las comunicaciones y la simplificación en la operación de la tecnología de la información, han colocado a los niños en una posición de igualdad frente a los adultos. Es cierto que la escuela no es ya el único ámbito en donde circula el saber, a menudo, muchas veces, esta aparece "corriendo" por detrás de lo que los niños ya han aprendido en otros espacios3.
Finalmente, se observa que si bien la autonomía de la infancia parece acelerarse y mientras se potencia la estimulación de los niños propiciando un desarrollo que modifica las normas del pasado, vemos como se anticipa la adolescencia, demorándose sin embargo, cada vez, más el proceso de autonomía que insertará definitivamente al joven en la sociedad adulta.

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